27 de febrero de 2013
Editorial
Ha costado mucho que las instituciones, locales, autonómicas, estatales y europeas, reconozcan por fin las ventajas del ferrocarril frente a otros modos de transportes: ventajas sociales y medioambientales, de accesibilidad, de seguridad, energéticas, de cohesión territorial y, si realmente se fomentara el ferrocarril, ventajas económicas...
Sin embargo, lejos de fomentar su utilización, las polÃticas de transportes se dirigen hacia su privatización siguiendo modelos fracasados, y siguen beneficiando a la carretera, al avión y a las grandes constructoras, haciéndonos pagar megaproyectos de alta velocidad que carecen de demanda.
El ferrocarril atraviesa uno de sus momentos más dramáticos, amenazado por la fragmentación y la privatización, por la eliminación de numerosos servicios de viajeros con alto contenido social y por el cierre de lÃneas en los territorios más desfavorecidos en cuanto a accesibilidad a los servicios básicos.
Ahora, más que nunca, es necesario defender, todos juntos, un ferrocarril que hemos construido entre todos, que debe pertenecer a la sociedad y que debe estar al servicio de nuestros intereses y necesidades. Un ferrocarril público y social.
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16/05/2013
Ecologistas en AcciónDesmantelamiento del transporte público en el Estado español Compartir en Facebook
La decisión de cerrar lÃneas ferroviarias es un paso más en el desmantelamiento del transporte público en el Estado español. La rentabilidad se emplea como argumento para suprimir lÃneas accesibles a la mayorÃa de la población. Pero, paradójicamente, no se alude al coste de de los miles de millones de euros invertidos en lÃneas de alta velocidad, que no son rentables en la mayor parte de los casos. Ecologistas en Acción lamenta que continúe el despilfarro y la ineficiencia en un tren elitista como es el AVE, mientras se cierran lÃneas de tren convencional, socialmente más accesible y con unos impactos ambientales muy inferiores.
Se extiende el panorama de trenes ultrarrápidos y ultracaros vacÃos, de estaciones fantasma en ciudades y pueblos incomunicados y sin estación. La intención del Ministerio de Fomento de cerrar y reducir la oferta de lÃneas de tren convencional es la continuación de la polÃtica de transporte iniciada hace dos décadas, que sentencia de muerte al ferrocarril convencional mientras aumentan de manera insostenible las lÃneas de alta velocidad. El muy cuestionable honor de ser el segundo paÃs del mundo en kilómetros de vÃas ferroviarias de alta velocidad se ha logrado a golpe de deuda pública y despilfarro.
Las lÃneas ferroviarias de media distancia proporcionan un servicio básico para muchas poblaciones rurales que quedarán aún más aisladas con los cierres anunciados hoy. La única forma de desplazamiento será por carretera, lo que dificultará la vida de aquellas personas residentes en el medio rural que no dispongan de automóvil o no puedan conducirlo, por edad o cuestión fÃsica. La sustitución de los trenes por autobuses supondrá un deterioro del servicio de transporte para los sectores más vulnerables, y en ningún modo sustituirá de igual manera el servicio ferroviario convencional.
Se emplea el argumento de cerrar los servicios de tren convencional que no son eficientes desde el punto de vista medioambiental, económico y social, cuando es la polÃtica de transporte la que ha provocado esa ineficiencia. En las últimas décadas se han invertido cantidades multimillonarias en construcción y mejoras de nuevas infraestructuras de alta velocidad, mientras el ferrocarril convencional ha quedado, por el contrario, desatendido. Por ello, las lÃneas de tren de media distancia están cada vez más obsoletas y funcionan peor.
Una polÃtica de transporte que no solo es injusta en términos sociales (priorizando la vertebración entre grandes ciudades y marginando las pequeñas poblaciones rurales) y económicos (el AVE es inaccesible económicamente para una gran parte de la sociedad), sino que también ha incidido en los problemas ambientales que causa el transporte: construcción de infraestructuras, consumo energético y emisiones de CO2.
Si la apuesta hubiera sido por el tren convencional, la deuda pública serÃa hoy varias veces inferior, la factura en consumo energético serÃa mucho más pequeña (el transporte es el mayor consumidor de energÃa primaria en España), las emisiones de gases de efecto invernadero serÃan menores, nuestro territorio estarÃa menos fragmentado y nuestros hábitats naturales menos deteriorados.
Resulta alarmante que los numerosos ejemplos de ineficiencia y despilfarro no lleven a rectificar y apostar por una nueva polÃtica de infraestructuras que abandone la construcción de nuevas lÃneas de AVE, obligue a que el transporte por carretera asuma los costes reales por el uso y mantenimiento de la carretera y apueste por el tren convencional como el modo de canalizar los desplazamientos interurbanos. | Documentos relacionados |
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